1.

Se lo escucha venir corriendo… está cerca… ¡ahí viene! Hacen memoria. No pierden tiempo. ¡Rápido! La rana y la colección de guerreros saltan al canasto como pueden (a la rana le resulta más fácil entrar pero queda con una pierna doblada y el cuello torcido que la están poniendo en riesgo). Sobre el canasto se sienta apurado un oso de peluche tuerto, medio destartalado, que se apoya contra la pared para no perder el equilibro y durar un poco más que la otra vez. Nervioso y con poca agilidad, el Tiranosaurio Rex verde se mete en el placard e intenta cerrar la puerta pero no le alcanza el tiempo y queda entreabierta. Error. Sobre la repisa, los tres autitos descapotables se acomodan a los resbalones frente a los “Elige tu propia aventura”. Uno de ellos no puede frenar y queda en el piso, mirando de reojo al soldadito de plástico que debajo de la cama intenta seducir a una Barbie sin brazos, con pelusas en el pelo. Eso no vale pero ya no hay tiempo. Dejan de moverse. Ahora se acomodan cómo pueden, dónde pueden. Todos en sus marcas (abre la puerta). Listos…¡duros!¡El que se mueve primero pierde!Y una brisa de aire entra en los ojos del Tiranosaurio que parpaea justo cuando Rencito tira la mochila sobre la cama y pisa sin querer el autito que de los nervios no alcanzó a frenar y ahora lo lamenta. Una basurita molesta el ojo izquierdo del Tiranosaurio que intenta no moverse. Los demás lo ven gesticular y se mueren de risa detrás de sus máscaras de plástico, de sus ojos de felpa. Esperan inmóviles, ansiosos, el próximo movimiento que lo condenará a la prenda apenás Rencito se vaya a tomar la leche. El dinosaurio no aguanta más y cierra los ojos, los vuelve abrir, los vuelve a cerrar y los vuelve a abrir. La basurita le molesta y encima sabe que perdió.
Rencito no se da cuenta de nada. Le echa la culpa al perro por la pérdida de su más valiente soldadito (que siempre hace trampa) y se va entusiasmado a tomar el Nesquik y jugar a la play. Sus juguetes le parecen muy aburridos.